miércoles, 24 de diciembre de 2008

CAPITULO 22: REFLEXIONES EN EL CASTILLO



El Conde Draculay gritaba de dolor mientras sus carnes muertas se pudrían ante la luz del sol, imperioso en el cielo. El espectáculo fue ciertamente horrendo. Yeray dio un paso atrás mientras observaba aquella macabra escena. Los huesos del vampiro empezaron a aflorar, mientras aquella siniestra mandíbula de esqueleto gemía, y todo el cuerpo se fue desmoronando hasta que finalmente quedó en el suelo un montón de ceniza junto con la ropa, el bastón y el sombrero que portaba el Conde.


YERAY: ¡Sí! ¡Por fin!- Gritó el mago feliz.


Frank y Charlotte salieron de las catacumbas y se reunieron con Yeray y el conejo Osiris. Todos estaban contentos de que aquella mala pesadilla hubiera acabado. Las personas que estaban en el gran salón abandonaron pronto aquel lugar. De alguna forma, al morir el vampiro, todo el mundo había salido de su ensoñación.


Zanjada la nueva aventura, el pirata se dispuso a activar de nuevo la brújula mágica, cuando de repente, Charlotte se lo impidió.


CHARLOTTE: Frank… Cada vez que viajamos, nos vemos envueltos en un nuevo problema, y nunca tenemos tiempo para nosotros. Creo que ahora mismo que tenemos todo un castillo para nosotros, estaría bien parar para descansar y comer algo.


YERAY: Sí, yo también creo que es una buena idea. El pobre Osiris tiene que comer algo también.


FRANK: De acuerdo, pasaremos el día aquí.


YERAY: Yo me encargaré de preparar algo para comer. Vosotros podéis daros una vuelta.


Charlotte no lo dudó un instante, y subió escaleras arriba para echarle un vistazo a los pasillos y habitaciones de aquel viejo castillo. Mientras tanto, Frank aprovechó para salir fuera y contemplar el valle donde estaba situado aquel edificio. Aquel lugar era espléndido por el día, aunque por la noche todo se volviera inquietante. Pensó en los últimos hechos que habían sucedido, y las veces en que Charlotte estuvo a punto de morir. Entendió que tener esos sentimientos tan fuertes hacia ella lo harían más débil como capitán pirata, porque siempre tendría un miedo atroz a perderla, y su corazón estaría sufriendo constantemente… Charlotte quizás no estaba capacitada para ser una pirata, quizás debía abandonar este “barco”, o al menos, debía abandonar su corazón…


Una hora más tarde, todos estaban reunidos alrededor de una gran mesa de madera. El mago sacó de su caja mágica algunas bebidas, y había preparado unas verduritas y unas frutas.


FRANK: ¿Y no hay un poco de carne o pescado?


YERAY: No, lo siento, es lo único que he podido encontrar por la zona…


FRANK: Vaya… (Dijo con tono deprimido).


CHARLOTTE: Está muy rico todo, Yeray, gracias. Frank, cómete eso, y calla.


Durante la cena, Charlotte miró a Frank, y reflexionó sobre todo lo que había pasado desde que conoció a aquel extraño pirata. Aunque pareciera poca cosa, y siempre anduviera diciendo chorradas, en el momento de la acción era todo un valiente, y ya la había salvado de la muerte en más de una ocasión. En ese momento, Charlotte sintió un enorme afecto hacia Frank. ¿Qué era eso? ¿Cariño? ¿Amistad? ¿Amor…? ¡Imposible! No se podía enamorar de alguien como aquel hombre que tenía ideas absurdas con frecuencia.


Esa noche, Frank miró a Charlotte con otros ojos. A partir de ahora tenía que ser una compañera de viaje más, como Yeray, y no alguien especial…


YERAY: ¿Os dais cuenta todo lo que hemos hecho desde que nos conocimos?


CHARLOTTE: Han pasado las cosas muy rápido y apenas soy consciente de todo.


FRANK: También es que en más de una ocasión has estado inconsciente.


CHARLOTTE: Ejem… ¡Eres un idiota!


Todos rieron.


CHARLOTTE: Ya en serio, sé que quizás no soy la pirata que esperas de mí, Frank… Pero te aseguro que voy a poner todo mi empeño por defenderme y no causar problemas.


FRANK: Tranquila, sé que lo harás. Las situaciones han sido muy complicadas y las últimas veces es verdad que has sido la que más en peligro ha estado, pero confío que más adelante te harás más fuerte. Tienes alma de pirata.


CHARLOTTE: Gracias… (Dijo sonrojándose).


Frank dio un salto y se subió sobre la mesa.


FRANK: ¡Somos una verdadera tripulación! ¡Y pronto nos convertiremos en unos verdaderos piratas!


YERAY: ¡Todo gracias a ti, capitán!


Charlotte se sintió triste, pensando en lo poco pirata que ella era, y viendo lo ilusionado que estaba Frank con convertirse en un gran capitán pirata, y no daba signos de que le hiciera ilusión estar a su lado…


Pasaron la noche en el castillo, cada cual en una habitación, y cogieron fuerzas para la nueva aventura que les esperaba. A la mañana siguiente, ya estaban poniendo en marcha aquella mágica brújula y el remolino de colores típico los envolvió, y los hizo girar a través del tiempo…


sábado, 13 de diciembre de 2008

CAPITULO 21: EL ATAÚD DEL VAMPIRO



El mago sacudió con fuerza al pirata para que saliera de su ensimismamiento.


YERAY: ¡Frank! ¡Espabila! Tenemos que salvar a Charlotte, sino correrá la misma suerte que esa joven a la que el Conde mató allá afuera.


FRANK: Charlotte… Es tan frágil… Va a matarla…


YERAY: No, si nosotros podemos impedirlo antes. Vamos, démonos prisa. Creo que se fueron por allá. Osiris, quédate aquí, puede ser peligroso.


El conejo se quedó en la entrada de una puerta de madera por la que los dos humanos habían accedido y que conducía a una escalera que bajaba hacia lo que intuyeron sería un sótano o algo parecido. No tardaron en darse cuenta de que aquel lugar no era sino una galería subterránea que parecía conducirles hasta las catacumbas del castillo. A lo largo de los sinuosos pasillos podían ver calaveras en las paredes que eran iluminadas por las antorchas que prendían en la pared. Durante su avance se toparon con alguna que otra armadura vieja y oxidada que les produjo nerviosismo ante la posibilidad de un ataque sorpresa. Un frío helado les subió por la espalda hasta la nuca cuando leyeron unas letras antiguas en la pared que rezaban: “Detente. Comienza aquí el imperio de la muerte”.


Mientras tanto, en una pequeña sala en las entrañas del castillo, prendían unas velas sobre un candelabro, y una antorcha en la pared. El centro de la estancia era coronado por un ataúd de madera de pino vieja y carcomida por las termitas. Charlotte yacía tumbada dentro el ataúd, que era pertenencia del Conde Draculay, con la tapa retirada. Sus ojos los tenía nublados, sumida en un éxtasis de letargia a través del espacio-tiempo. Ella no era Charlotte, sino Elisabetta, la mujer que se entregó a la muerte por haber perdido a su amor en la guerra y que ahora volvía a recuperar. No tenía miedo, ahora podía entregar su cuerpo al hombre que tanto había amado en el pasado.


DRACULAY: Querida mía… A partir de ahora, ni el tiempo ni la muerte nos volverán a separar. Cuando pose mis labios sobre tu tierno cuello, viviremos por la eternidad.


ELISABETTA: Haz lo que tengas que hacer, si con eso no volveré a perderte jamás.


Al final de un pasillo descubrieron una puerta de donde provenía una fuerte luz. El mago y el pirata dieron una última carrera y al llegar descubrieron al viejo vampiro acercando su boca lentamente al cuello de Charlotte. Frank Sparrow desenvainó su espada y se subió de un salto sobre el ataúd que crujió de su peso, y ágilmente hundió su metal dentro del pecho del Conde Draculay. Éste gritó de dolor mientras su sangre era derramada en el suelo. El vampiro huyó con rapidez lleno de furia y con el miedo a morir.


Yeray corrió tras él para impedirle escapar. Había leído sobre los vampiros, y sabía que en breve se recuperaría de ese ataque. Eso no acabaría con él. Para destruirlo necesitaba ajos, una cruz cristiana, balas de plata, cortarle la cabeza o…


El vampiro salió fuera de las catacumbas y descubrió que se había hecho de día. Los acontecimientos lo habían trastornado y no se había dado cuenta que la noche había acabado hacía rato. Los ventanales del castillo no habían sido cubiertos con cortinas y todo el gran salón estaba iluminado con una potente luz del sol.


DRACULAY: ¡¡¡NO!!!


Tanto el mago, como el propio vampiro, se acababan de dar cuenta de que el reinado del señor de las tinieblas y la noche, había llegado a su fin.


domingo, 7 de diciembre de 2008

CAPÍTULO 20: CHARLOTTE Y ELISABETTA


Fechas próximas a mediados del siglo xv.


Vlad Dracul, descendiente de la orden de los Dragones, tiene su vida y su ejército entregado a la lucha contra el infiel. Se genera una batalla contra los turcos. Firme y creyente, Dracul, acude a la guerra para la defensa y la gloria de Dios. Antes se despide de su prometida cuyo nombre es Elisabetta, dulce compañera a la que ama con todo su corazón. ”Mi príncipe…”, le dice ella en la despedida. Encarnizado, cruel, empalador, vencedor… Vadl Dracul, extiende sus brazos con la gloria de la victoria divina entre ellos y se la ofrece al Magnánimo.


El enemigo turco, humillado su poder centroeuropeo, planea raudo la mayor de las venganzas. Elisabetta recibe una misiva. Su amado príncipe ha caído en la batalla. Desesperada ante la idea de no abrazar nunca más a su amado, se arroja al río.


Cuando Dracul, regresa al castillo y recibe la noticia, comprende que ella, su amada, su dulce, su princesa Elisabetta, no tendrá el descanso eterno puesto que se ha quitado la vida… Reniega contra Dios en un grito aun más feroz y trágico que el que ofreció en el campo de batalla. Blasfema arrollado en una ira incontenible, que sólo pueden apreciar los corazones que han sufrido una pérdida tan amarga… El amor, en su estado puro arrebatado por la muerte y el destino…


El caballero se torna diablo de abismo y ante la embestida de su sacrilegio, la cruz pétrea de Cristo empieza a derramar sangre. De ella, en un cáliz, bebe Vlad Dracul. Con la ingesta, firma su condena a no morir. A la soledad eterna…



El pirata y el mago volvieron al interior del castillo a por Charlotte. Tenían que advertirle sobre el peligro que corrían en aquel lugar donde el mismísimo Conde era un asesino. No había tiempo de luchar.


YERAY: ¡Charlotte! ¡Rápido! Tenemos que marcharnos de este lugar.


CHARLOTTE: ¿A qué vienen esos gritos? Relajaos…


FRANK: Un chupasangre, Charlotte, ¡un chupasangre! De los que hablan las leyendas que corren por los mares de puertos en puertos, una de esas criaturas nocturnas tan salvajes que chupan la vida misma.


CHARLOTTE: Eso son chorradas…


DRACULAY: Buenas noches, mi bella dama.


Entonces un sentimiento se removió en las entrañas del viejo Conde, una sensación perdida por la infinidad de los años. Aquella joven… ¡era idéntica a su amada Elisabetta! La reencarnación misma de su princesa. Aunque hubieran cambiado los ropajes, él la reconocía como a ella, como a la mujer que tanto amó.


CHARLOTTE: Buenas noches, Conde. Mi nombre es Charlotte.


DRACULAY: Es un placer, joven doncella.


El conde Draculay besó la muñeca de Charlotte, y algo cambió en la expresión de la joven pirata. Era como si un ensoñamiento se hubiera apoderado de ella. Sentía como si todo a su alrededor hubiera cambiado. Sólo veía a un hombre, y sentía que lo amaba como a nadie jamás.


DRACULAY: Acompáñame Elisabetta, déjate llevar. Nunca más nos volveremos a separar.


El Conde echó un brazo por el hombro de Charlotte, y ambos de alejaron del grupo. Yeray estaba desconcertado, y el pobre Frank, sentía que le habían roto el corazón. Que la persona que más amaba se alejaba lentamente, a punto de morir nuevamente.


Y la estaba dejando marchar…


sábado, 29 de noviembre de 2008

CAPITULO 19: EL CASTILLO DEL CONDE DRACULAY



Un remolino de colores verde, negro y anaranjado los envolvió a los cuatro, y aparecieron de pronto en un gran salón donde un veintenar de personas con elegantes trajes bailaba un vals al ritmo de una siniestra melodía. Osiris se asustó, y se pegó fuertemente a los pies del mago. Los tres viajeros se miraron desconcertados. ¿Dónde estaban? Miraron a su alrededor y vieron que las paredes eran de piedra. ¿En el interior de un castillo, quizás?


YERAY: ¿De qué se trata esto? ¿Puede ser una fiesta?


FRANK: Eso parece, ¿no?


CHARLOTTE: ¿Y qué se hace en las fiestas? ¡Vamos a divertirnos!


FRANK: ¡Espera Charlotte! Deberíamos comprobar donde estamos…


CHARLOTTE: Desde que comenzamos el viaje no hemos hecho otra cosa que trabajar en beneficio de unos y otros. Creo que es el momento de relajarnos. Voy a buscar algo de beber.


Y la joven aprendiz de pirata, con su recién estrenado pañuelo, se perdió entre la multitud. Frank y Yeray contemplaron la extraña danza de los presentes en la fiesta. En sus caras no mostraban ninguna expresión, y se movían sin cesar, como autómatas. Pareciera que estuvieran hipnotizados…


De repente, vieron como se acercaba hasta ellos un hombre ataviado con sombrero y capa, portando un pequeño bastón. Cuando estuvo frente a ellos, contemplaron su seria mirada, y sus inquietantes colmillos…


HOMBRE: Bienvenidos a mi humilde castillo. Soy el conde Draculay. Sentíos cómodos, y dejaos llevar por el ritmo de la música…


FRANK: Gracias, señor.


DRACULAY: Me tengo que retirar, perdonadme. (Dijo con cierto misterio…)


Frank y Yeray vieron como el conde se alejaba del grupo junto con una joven doncella de cabellos rubios. La chica parecía en trance, se dejaba deslizar por el brazo de Draculay que la empujaba suavemente sobre sus hombros.


YERAY: ¡Frank! Esto es muy raro, todos parece que están bajo un hechizo.


FRANK: ¡Y esa muchacha está en peligro!


YERAY: Sigámoslos entonces.


Los dos viajeros caminaron con sigilo tras los pasos del conde y la doncella que habían salido hasta las lindes del bosque fuera del castillo. Fue entonces cuando el conde agarró a la joven de la cabeza y uno de sus hombros, y acercó sus labios hasta su blanquecino cuello, e hincó sus fríos colmillos en él. Los dos muchachos soltaron un gemido, viendo como el conde relamía la sangre que supuraba del cuello de la muchacha. El miedo los paralizó de tal forma que no fueron capaces de detener la muerte de la joven.


De pronto, el conde Draculay dejó caer el cuerpo del cadáver de la muchacha al suelo, y se quedó contemplando a aquellos dos intrusos que estaban siendo testigos del crimen. El pirata y el mago se asustaron y salieron a correr, seguidos de los pasos del vampiro…


miércoles, 19 de noviembre de 2008

CAPÍTULO 18: EL FIN JUSTIFICA LOS MEDIOS




Frank Sparrow no lo dudó ni un instante, y una vez se disipó la niebla mágica, se lanzó ferozmente hacia el capitán Barbasnegras. Éste, que aún estaba intentando hipnotizar al comandante Jones para convertirlo en su esbirro, no se dio cuenta de su llegada, y le pilló por sorpresa el ataque.


Las espadas de los dos piratas se chocaron en un estallido de chispas metálicas. El joven Jones se alejó de la batalla asustado. Barbasnegras estaba confuso, no parecía entender por qué le atacaba aquel joven pirata, sin motivo aparente. ¿Cómo iba a pensar, si quiera, que aquella lucha tenía que ver con los sucesos futuros que acontecerían si Jones se aliaba con él?


Frank pensó en su padre y Charlotte, las dos personas que más quería, muertas por culpa de aquel hombre que tenía en frente de sí, y entonces sacó más fuerza de su interior, y con su espada empujó más y más al capitán. Éste no podía creer que estaba retrocediendo sus pasos, hasta tal punto de que sus pies empezaron a quedarse sin suelo que pisar, cada vez más cerca del precipicio. Las olas del mar golpeaban con fuerza el acantilado, mientras Frank Sparrow luchaba en la última esperanza que tenía a través del tiempo. Y entonces, la brújula mágica brilló nuevamente, esta vez apuntando a la cara del capitán Barbasnegras, que cegado por la luz tan intensa, perdió el control de la batalla, y se precipitó al vacío…


Cuando Frank se giró, descubrió a un asustado Jones, que temía tener que enfrentarse a aquel pirata salido de la nada, que acababa de matar a un hombre.


FRANK: Tranquilo muchacho, no voy a luchar contigo.


JONES: ah… (Respiró aliviado).


FRANK: Este hombre pretendía hacer muchas desgracias en el futuro. No sé si es justo o no detener la vida de alguien en un momento dado. No estoy seguro de si el fin justifica o no los medios. Pero si se me ha brindado la oportunidad de hacerlo, es porque era mi destino. Así mismo, hoy se te da la oportunidad de vivir libremente, para que hagas buenas acciones en lo que te queda de vida. Tu obligación ahora será la de proteger y servir a David Sparrow, tu verdadero capitán. Estoy seguro de que nos volveremos a ver, y comprobaré si has llevado a cabo tu misión.


JONES: Estuve tentado de hacer malas acciones… ¡Y contra mi capitán! Siento asco de mí mismo, pero te prometo que eso no ocurrirá jamás. Me esforzaré por ser el mejor marinero de su tripulación, seré su comandante.


FRANK: Tengo la certeza de que lo lograrás…


La brújula se iluminó, y rodeó con su luz al pirata, que instantáneamente fue trasportado a un espacio temporal donde se encontró con Yeray, Osiris, y… ¡Charlotte! La chica le sonreía con fuerza, se la veía feliz (y lo mejor de todo, ¡estaba viva!). Al otro lado del plano de la realidad pudieron ver al capitán David Sparrow y al comandante Jones juntos.


DAVID: Jones, ha sido muy curioso, esta noche he tenido un sueño en el que volvía a ver a mi hijo, convertido en todo un capitán pirata…


JONES: Mi capitán, estoy seguro de que tarde o temprano conseguiremos abandonar esta isla, y podrá regresar a buscar a su hijo. Si no, siempre cabe la posibilidad de que él le encuentre a usted.


La escena se perdió en el tiempo, y los tres viajeros se miraron satisfechos. Por fin habían conseguido salvar la situación tan terrible que habían estado pasando. Frank descubrió en el suelo que también estaba ahí su sombrero de capitán con la pluma de fénix que pronto se colocó en la cabeza. Sujetó un momento en su mano el pañuelo verde de su padre, y lo miró con ternura.


FRANK: Charlotte, creo que deberías llevarlo tú.


CHARLOTTE: ¿Pero qué dices? ¡Es el pañuelo del capitán Sparrow!


FRANK: Por eso mismo, él estaría orgulloso de que una joven pirata con tanto valor lo llevara.


CHARLOTTE: Frank… muchas gracias… es todo un detalle por tu parte.


La joven pirata besó con ternura la mejilla de Frank, y miró hacia otro lado ruborizada. Al pirata se le dibujó una enorme sonrisa en la cara e, incluso, le brillaron los ojos.Una vez puesta en marcha la brújula mágica, un chispazo verde los desconcertó.


YERAY: ¿Qué ocurre?


Todo se quedó a oscuras de repente, y a lo lejos se iluminó una macabra cara naranja, con una tétrica sonrisa en el rostro. Una malévola carcajada los sobrecogió:


- Feliz Halloween… Ja, ja, ja…



- Continuará… -


domingo, 9 de noviembre de 2008

CAPÍTULO 17: UNA ÚLTIMA ESPERANZA A TRAVÉS DEL TIEMPO





El chantaje de los crueles piratas poniendo en juego la vida de Charlotte, obligó a Frank Sparrow a cederle la brújula mágica al capitán Barbasnegras. El joven pirata se volvía a sentir un tremendo fracasado. Había perdido a su padre, había perdido la pluma de fénix que este le regalara, y si el único tesoro que había encontrado era la brújula mágica, también esta la había perdido ya.


Mientras el capitán Barbasnegras se reía a carcajadas por su nueva adquisición, los viajeros eran apuntados por la espalda con la pistola del comandante Jones.


CHARLOTTE: No... no puedo permitir que pierdas a tu padre por mi culpa... No puedo permitirlo...


FRANK: No podemos hacer nada, Charlotte. Hemos fracasado.


CHARLOTTE: Un verdadero pirata lucha hasta el final.


De repente, Charlotte recogió su arma del suelo, y apuntó al comandante Jones. Éste y ella se miraron fijamente, uno a otro, preparados para disparar. Frank también se lanzó a por su espada y corrió hasta Barbasnegras, que estaba estupefacto por la reacción tan improvisada de sus rehenes. Parecía que todo iba a solucionarse, y Frank sintió dentro de él que tenían posibilidades.


Y fue entonces cuando el joven Sparrow oyó un disparo a sus espaldas. Charlotte, la única mujer a la que había amado, yacía tendida en el suelo con el pecho manchado de sangre...


Una rabia enorme surgió de su interior, y atacó con fiereza al capitán Barbasnegras que daba pasos hacia atrás por el avance tan salvaje de su joven adversario. Yeray convirtió su varita en una espada y atacó con fuerza al comandante Jones. Mientras, el pequeño Osiris lamía la mejilla de la agonizante Charlotte...


Fue en plena batalla, en la que no dejaban de sonar los metales al chocar, cuando Frank tocó con la punta de su espada la brújula mágica que Barbasnegras llevaba en su otra mano, y de repente, una luz lo embargó y desapareció de la cueva.


Todo giró y giró, y empezó a ver las imágenes que habían sucedido aquel día, pero hacia atrás: la cueva, la muerte de su padre, la historia que le contó, la primera vez que se vieron... Luces y formas extrañas, que acabaron en una escena de meses atrás. Se encontró en la cima de una montaña, donde Barbasnegras quería convencer a Jones de que traicionara al Capitán David Sparrow.


BARBASNEGRAS: Te harás rico y poderoso a mi lado...


JONES: No sé... él es mi capitán...


BARBASNEGRAS: Ahora yo seré tu verdadero capitán (dijo mientras balanceaba un péndulo con el que intentaba hipnotizarlo...).


Frank Sparrow sintió que aquel momento era el más idóneo para romper el lazo del pasado que había unido a aquellos dos hombres que estaban destruyendo ahora su vida en el presente. Frank Sparrow sabía que era su última esperanza a través del tiempo para detener los acontecimientos futuros...


Y no la iba a desperdiciar.


jueves, 30 de octubre de 2008

CAPÍTULO 16: LA CUEVA DEL CAPITÁN BARBASNEGRAS





Frank Sparrow lloraba la pena de la muerte de su padre, mientras sus amigos hacían lo que podían para animarle en aquel duro momento de su vida, más era inútil. Fue entonces cuando el mago tuvo una idea sorprendente.


YERAY: ¡Tengo una idea! No sé si será posible… pero en cualquier caso cabe la posibilidad de que podamos impedir la muerte de tu padre.


FRANK: Mi padre ya ha muerto…


CHARLOTTE: Es más, quien lo mató se ha llevado tu sombrero, Frank.


YERAY: Es cierto que ha muerto, pero también contamos con la brújula del tiempo. Si pudiéramos viajar atrás podríamos evitar su asesinato, incluso descubrir al responsable.


CHARLOTTE: ¡Es posible! ¡Adelante! Activa la brújula, Frank.


Por unos segundos, el pirata sintió emoción ante la posibilidad de que aquella sugerencia pudiese hacerse realidad, pero cuando colocó la espada sobre el aparato no viajaron a través del tiempo. En lugar de eso, la flecha de brújula empezó a temblar marcando una dirección.


FRANK: Sigamos esta flecha, tal vez nos lleve hasta el asesino de mi padre.


Salieron del puerto, caminaron por oscuras playas en mitad de aquella noche cerrada, y llegaron hasta una cueva que había en los acantilados. Tras internarse en ella, se toparon con una luz muy brillante en el interior. Allí se encontraba un hombre con un sombrero negro con calavera que portaba una espada. Sin duda, se trataba de un pirata.


PIRATA: Bienvenido a mi morada, joven Sparrow, te estaba esperando. Soy el capitán Barbasnegras. Seguramente tu padre no habrá tenido tiempo de hablarte de mí, pero yo voy a contarte cosas muy interesantes.


FRANK: ¿Mataste tú a mi padre? (pregunto el pirata con seriedad)


BARBASNEGRAS: No, yo no lo maté. Pero sin duda era necesario. Ahí tienes tu sombrero, sólo queríamos apoderarnos de la pluma del ave fénix.


FRANK: ¿Para qué queréis la pluma que me regaló mi padre? (preguntó sorprendido)


BARBASNEGRAS: Para responderte a eso, antes tendrás que saber por qué tu padre te la regaló. La historia se remonta hasta hace 15 años, cuando tuvo lugar un asalto a un buque de la armada irlandesa. Tu padre era el capitán de nuestro barco. Sí, sí, yo viajaba con él, era un subalterno. Fue entonces cuando nos encontramos con un nigromante que portaba en su pecho una pluma del legendario ave fénix. Este animal tenía poderes asombrosamente mágicos. Bueno, entonces tu padre le arrebató la pluma al nigromante, que ya era viejo, y no podía defenderse. De hecho, aquel hombre había sido obligado por los irlandeses a viajar con ellos para que proporcionara fuerza e invencibilidad a su barco. Lo que deducimos de aquella derrota irlandesa, era que tan solo el capitán del barco era el que debía portarla, ya que el nigromante se dejó vencer. Una vez que tu padre se colocó la pluma de fénix en su sombrero empezaron las victorias y ganancias. Nos convertimos en los más poderosos piratas del océano. Y fue en nuestro punto más álgido, que decidimos buscar los tesoros perdidos de la Atlántida, cuando antes de zarpar, tu padre te donó la pluma de fénix.


YERAY: ¿Pero por qué lo hizo? No tiene sentido.


BARBASNEGRAS: Obviamente, el capitán nunca creyó en los poderes de la pluma. Siempre pensó que todos sus éxitos habían sido obra de su poder personal, nada de magia. Sin embargo, una vez que se quitó la pluma de su sombrero lo único que consiguió fue el desastre: una tormenta nos llevó al fracaso absoluto. Incluso tú mismo, joven Sparrow, has comprobado cómo al deshacerte de la pluma, has perdido a lo que más querías. La pluma te otorga beneficios si la mantienes contigo, pero una vez la alejas de ti, sólo te trae desgracias.


FRANK: Maldito… ¡Vas a pagar por la muerte de mi padre!


BARBASNEGRAS: No lo creo. Es más, me he hecho con el poder de la pluma de fénix que ahora porto sobre mi sombrero, y ahora quiero hacerme también con esa brújula mágica que he oído que puede hacerte viajar a través del tiempo…


FRANK: ¡Jamás! ¡No te lo permitiré!


BARBASNEGRAS: ¿Ah, no? Quizás te importe la vida de esa muchacha…


Al darse la vuelta Frank y Yeray, descubrieron que Charlotte tenía la espada del comandante Jones sobre su cuello a punto de clavársela. Estaban entre la espada y la pared, nunca mejor dicho. Frank Sparrow no tendría otra opción que entregarle la brújula mágica, la única esperanza para salvar la vida de su padre…


domingo, 26 de octubre de 2008

CAPÍTULO 15: LA TRAICIÓN DE JONES




Los huéspedes del Capitán David Sparrow y él mismo salieron fuera de la casa, y se sentaron, pues iban a mantener una larga charla donde conocerían la historia que separó a padre e hijo durante tantos años...


FRANK: Papá, creo que ha llegado el momento de que me cuentes qué has hecho durante todos estos años...


DAVID: Así es hijo mío. Prepárate para conocer como es mi vida ahora. Espero que no tengas que lamentar conocer toda la verdad...


Hace ya unos diez años que nuestro barco zarpara de Isla Calavera, donde vivíamos tu madre, tú y yo... Pretendíamos llegar hasta la península de los persas, pero en una noche de tormenta perdimos el control del barco y fuimos incapaces de seguir nuestro rumbo. Perdidos en altamar, llegamos hasta las costas inglesas. ¡No tenía sentido! Nos encontrábamos sin provisiones y muertos de hambre, además de sin fuerzas para luchar por comida. No tuvimos otra opción que entregarnos al rey de Inglaterra, que aunque nos encarcelara, algo de comer nos daría... Pero entonces ocurrió algo que no esperábamos: el rey inglés nos ofreció continuar nuestra labor pirata, pero a sus órdenes. Fue así como conocí al comandante Jones... Desde entonces, dejé de ser un rufián pirata de los mares, para convertirme en un corsario...


YERAY: Usted dejó de ser un pirata que atracaba a otros barcos y robaba sus tesoros... para robarlos no para usted, sino para otro; en este caso para el rey.


CHARLOTTE: Entonces no es usted un capitán pirata como yo pensaba... (dijo la mujer decepcionada)


DAVID: Lo siento hijo, te debo haber defraudado...


FRANK: De cualquier modo, pirata o corsario... eres todo un capitán, y mi padre, y estoy orgulloso de ser tu hijo. Quizás no lo querías, pero las circunstancias no te ayudaron. No debes preocuparte, papá.


DAVID: Gracias hijo mío, no sabes lo feliz que me haces... (Dijo el capitán Sparrow entre lágrimas).


FRANK: Toma esto, papá (Dijo el joven Sparrow colocándole el sombrero con la pluma de fénix sobre la cabeza de su padre). Tú mereces llevarlo sobre tu cabeza. Para mí siempre serás un capitán pirata.


El capitán no había estado más emocionado en su vida, tanto era así que pensó en celebrar una fiesta de bienvenida. David Sparrow volvió dentro de la casa a por comida y bebida para sus hambrientos huéspedes. Fue estando en una de las habitaciones cuando el capitán fue sorprendido por Jones.


DAVID: ¡Jones! ¡Qué susto me has dado! ¿Qué haces apuntándome con la pistola?


JONES: Entrégueme ese sombrero capitán...


DAVID: ¿Qué? ¿Para qué lo quieres? ¡Ah! ¿No será por...?


JONES: Entrégueme la pluma de fénix, capitán Sparrow, no lo repetiré una vez más...


DAVID: Jones, ¿te has vuelto loco? Tú no eres así... Baja el arma y hablemos...


JONES: ¡Entréguemela!


DAVID: ¡Jamás! La pluma de fénix pertenece a mi hijo, y tendrás que pasar por encima de mi cadáver para conseguirla.


JONES: No habrá problema en eso...


Y de repente, y sonido de un disparo y un olor a pólvora inundó la habitación. El capitán Sparrow se palpó el pecho y cayó de un golpe seco al suelo.


Jones recogió el sombrero del suelo, y salió de la habitación sin mirar atrás, dejando tirado a su capitán. Por otro pasillo llegaban corriendo Frank, Yeray y Charlotte que estaban alarmados por el sonido del disparo. Y entonces, al entrar a la habitación se encontraron con el horror.


Frank Sparrow volvía a perder a su padre...

viernes, 24 de octubre de 2008

CAPÍTULO 14: LA PLUMA DE FÉNIX




Y de repente, sin mediar ni una sola palabra más, Sparrow padre e hijo se fundieron en un abrazo fuerte, como si los años que los separaron no hubieran pasado. Yeray y Charlotte sonreían de felicidad, pues el deseo que Frank pidiera en la noche mágica del año finalmente se había cumplido. Charlotte fantaseó con que si su deseo de ser una mujer reconocida o lo de conseguir tesoros, se cumpliría…


CAPITÁN: Hijo mío, llevas en tu sombrero la pluma de fénix que te regalé de pequeño…


FRANK: Claro que sí, siempre pensé que llevándola conmigo me daría toda la suerte que necesitaría para conseguir mis sueños, y al final te he encontrado…


CAPITÁN: Pensé que no volvería a veros a ti y a tu madre…


FRANK: ¿Qué pasó? ¿Por qué no volviste a casa? ¿Naufragasteis?


CAPITÁN: Tranquilo hijo, hablaremos de todo esto más tarde. Lo importante es que conservas la pluma de fénix, y nunca debes perderla.


FRANK: Deja ya la pluma, háblame de ti, ¿qué has hecho en este tiempo?


CAPITÁN: Primero preséntame a tus amigos (el capitán desviaba el tema del pasado…)


FRANK: Bien, ella es Charlotte, y pretende convertirse en una gran pirata.


CHARLOTTE: Hola, encantada, capitán (pareciera que el capitán Sparrow le diera respeto).


FRANK: Y él es Yeray, el mago más poderoso que he conocido, y su conejo, Osiris.


YERAY: Encantado, capitán Sparrow.


CAPITÁN: El placer es mío, compañeros de mi hijo. Yo soy el capitán David Sparrow. Os presento al comandante Jones.


JONES: Bienvenidos a Isla Tiburón.


FRANK: Papá, estoy tan contento de volver a verte, y de saber que has llegado a ser el capitán pirata que yo siempre deseé ser…


CAPITÁN: Bueno, hijo… eso no es del todo cierto…


FRANK: ¿Qué? (preguntó el joven pirata confuso)


JONES: Capitán, quizá quiera hablar con sus visitantes a solas. Si me permite retirarme…


CAPITÁN: Gracias, comandante, tiene mi permiso.


Jones se retiraba dejando atrás a un Frank Sparrow más confuso que nunca, y a un padre que tenía que explicarle a su hijo que no era el pirata que su hijo siempre había esperado que fuera...


Jones se acercó a la bahía del puerto donde le esperaba un hombre con un sombrero negro sobre su cabeza mientras que su rostro era ocultado por la oscuridad.


HOMBRE: ¿Y bien?


JONES: Era cierto que el capitán Sparrow no tenía eso que buscábamos. Por suerte, acaba de llegar a la isla su hijo portando consigo la pluma de fénix que tanto ansía usted.


HOMBRE: Excelente… Consíguemela cuanto antes.


JONES: Será un placer, mi capitán.



En el rostro de Jones se dibujó una sonrisa maliciosa…


jueves, 23 de octubre de 2008

CAPÍTULO 13: EL CAPITÁN SPARROW




Después de una noche de deseos de San Juan, y de un desayuno a lo grande respirando el fresco aire de la montaña, Frank Sparrow y sus acompañantes volvieron a activar la brújula para marcharse en busca de nuevas aventuras a través del tiempo.


MARTÍN: ¡Buen viaje!


LUCÍA: ¡Nunca os olvidaremos! ¡Ojalá se cumplan todos vuestros sueños!


Las luces de colores que salieron de la brújula los envolvieron en un torbellino como acostumbraba, pero esta vez algo cambió. La velocidad a la que solían viajar fue diferente. Esta vez no perdieron la conciencia, ni se revolotearon todas sus pertenencias. Esta vez cayeron plácidamente sentados en el suelo del nuevo destino. ¿Qué había cambiado?


Se miraron unos a otros sorprendidos. Estaban al lado del mar, era de noche, y reinaba la oscuridad. La luna llena de la noche anterior había cambiado a menguante.


Se levantaban cuando vieron a un hombre acercárseles. Vestía como un marinero. De repente desenfundó su arma y les apuntó. Los viajeros levantaron las manos asustados.


MARINERO: ¡Identificaos extranjeros!


YERAY: Somos viajeros, hemos llegado aquí por casualidad. Nuestras intenciones son buenas, no queremos causar problemas.


MARINERO: Eso espero. Estas costas están llenas de piratas que podrían asaltarnos. ¡Eh, tú! ¿No eres un pirata?


FRANK: ¡Así es!


MARINERO: ¡¿Qué?!


CHARLOTTE: Jaja… qué gracioso es mi amigo, ¿eh? No se preocupe no es ningún pirata. Está un poco mal de la cabeza, y se disfraza de pirata… se cree que es un pirata de verdad. Qué cosas tiene, ¿eh?


MARINERO: Tendré que informar al capitán Sparrow de vuestra llegada, parecéis sospechosos.


YERAY: ¿Capitán qué…?


MARINERO: Sparrow, capitán Sparrow. Seguidme, os llevaré hasta su recámara. Que sea él quien decida qué hacemos con vosotros.


CHARLOTTE: (en voz baja) Chicos, creo que hemos viajado a una época futura en la que Frank ya es un capitán reconocido y tiene su propia tripulación.


YERAY: ¡Es muy posible! ¿Qué habrá sido de nosotros en ésta época?


Entraron dentro de una casa grande y vieja, donde caminaron por un largo pasillo oscuro en el cual el suelo era de cristal y se reflejaban en él. Parecía que estuvieran caminando por las mismas aguas del mar, pero seguían en tierra.


FRANK: Eso no puede ser posible…


CHARLOTTE: ¿Cómo qué no? Tú mismo lo has oído, capitán Sparrow.


FRANK: Miradlo, es un marinero, y se supone que “yo” he dado órdenes contra piratas.


YERAY: Frank tiene razón, hay algo raro…


Llegaron hasta una puerta grande de madera y el marinero la golpeó con los nudillos. Hizo girar el pomo de la misma, y accedieron al interior. Dentro había un hombre de espaldas, en mitad de la oscuridad, y al que le caía un chorro de luz sobre la cabeza.


MARINERO: Capitán Sparrow, han llegado unos viajeros… ¿podría echarles un vistazo?


El capitán Sparrow se giró. Impulsivamente los dos Sparrows caminaron el uno hacia el otro y se pararon de frente. Ambos se miraron fijamente a los ojos. El parecido entre los dos era grande, pero algo cambiaba. El capitán Sparrow era mucho más viejo.


CAPITÁN SPARROW: Tú, ¿eres Frank…?


FRANK: ¿Papá…?



viernes, 17 de octubre de 2008

CAPÍTULO 12: LA NOCHE DE SAN JUAN




El mundo de los deseos es como una interminable vía por la que circula el tranvía de las posibilidades. Verlo, tomar conciencia de su existencia y viajar en él o no, depende de algo tan importante como la voluntad de acción y la memoria. Un deseo no es gratuito, pero sí efímero, aún más, si lo dejamos morir en el olvido. Al pronunciarlo hemos comprado el ticket para poder viajar en el tranvía del deseo, pero luego debemos mover nuestra energía...


Martín, su hija Lucía y su fiel perro Roco estaban dando un paseo tranquilamente en el campo cuando de repente se encontraron con tres desconocidos tirados en el suelo inconscientes. Eran tres personajes muy raros, y además, tenían un animal con ellos, un conejo parecía ser.


Cuando por fin despertaron, Martín y Lucía se echaron hacia atrás. Esos tres traían consigo armas, y podían ser peligrosos.


YERAY: Hola, disculpen, ¿dónde estamos?


MARTÍN: En el campo, en lo alto de la montaña, ¿quienes sois?


FRANK: ¡Somos piratas!


CHARLOTTE: No le haga caso, somos forasteros...


MARTÍN: ¿Cómo habéis llegado aqui?


YERAY: Es un poco largo de explicar, digamos que íbamos de viaje y hemos caído aqui.


MARTÍN: ¿Caído? ¿Cómo caído?


CHARLOTTE: Mire, ¡somos unos viajeros del tiempo!


LUCÍA: Uoh! Yo siempre he soñado con viajar en el tiempo. Papá, papá, invítales a cenar con nosotros, porfa, porfa!


MARTÍN: Bueno, no sé... ¿queréis cenar?


FRANK: Sí, por favor! Me comería una ballena entera ahora mismo!


Los tres viajeros recogieron sus pertenencias y fueron hasta donde Lucía y su padre tenían sus mochilas de acampada. Iban a pasar toda la noche en el campo. Luego estuvieron recogiendo leña, y cuando cayó la noche se sentaron alrededor del fuego.


LUCÍA: Sabéis que hoy es una noche muy importante, ¿no?


CHARLOTTE: ¿Por qué? (preguntó extrañada)


MARTÍN: Esta noche se celebra San Juan. Desde la antigüedad se celebran ritos muy importantes durante esta noche, pues comienza el solsticio de verano.


LUCÍA: Sí, y además, dicen que si apuntas tus deseos en una hoja de papel y los quemas en el fuego, se te cumplirán!


La niña se puso en pie, sacó un trozo de papel de su bolsilló, lo besó, y lo arrojó al fuego que pronto lo devoró.


MARTÍN: ¿Cuáles son vuestros deseos?


CHARLOTTE: Mi mayor ilusión es encontrar un gran tesoro, y ser feliz con mis riquezas. O quizás ser una reina. Aunque con ser una gran mujer reconocida, me conformo. Ja ja ja.


YERAY: Mi sueño sería dar un espectáculo de magia delante de un gran público, como ya hicieran mis antepasados. Ellos tenían más capacidad que yo para atraer al público...


Osiris y Roco se lamían los hocicos, mientras Frank Sparrow miraba las llamas.


MARTÍN: Mi deseo sería que mi esposa volviera desde el cielo, con Lucía y conmigo...


LUCÍA: ¡Mis deseos son secretos! ¿Y los tuyos, Frank?


FRANK: Yo... yo desearía volver a ver a mi padre.


El rostro de Frank Sparrow se nubló de tristeza. La siempre cara de felicidad del pirata, se enturbió con una sombra.


CHARLOTTE: ¿Tu padre... murió?


FRANK: No, al menos que yo sepa. Un día embarcó con su tripulación pirata en busca de tesoros, y nunca regresaron a casa. Nadie sabe qué ocurrió.


YERAY: Quizás algún día puedas volver a verlo. La vida da muchas vueltas; además, hoy puede cumplírsete tu deseo.


FRANK: Ojalá...


El pirata se levantó, y se alejó un poco del grupo. La luna brillaba más que ningún otro día del año, o quizás sólo era su visión de la misma. Quizás eran las lágrimas que resbalaban por su mejilla las que hacían verla brillar de esa manera...


Quizás.


jueves, 16 de octubre de 2008

CAPÍTULO 11: EL RESCATE DEL REY (3ª PARTE)




Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pues cuando todo parece perdido, se hace el milagro, y se salva el obstáculo.


El poder milagroso del unicornio, proporcionó una última esperanza sobre el corazón del pirata derrotado, y éste se levantó a duras penas del suelo, y se colocó el sombrero, y recogió la espada. Estaba abatido, pero dentro de él brillaba una llama de valor, de rabia por sus compañeros, todas sus últimas energías se concentraban en derrotar a su enemigo.


CABALLERO NEGRO: ¡Dime cual es el secreto de los unicornios!


REY: ¡Jamás!


FRANK: Aquí tienes el secreto de los unicornios.


CABALLERO NEGRO: ¡¿Qué?!


FRANK: ¡Los unicornios no se rinden hasta que ganan la batalla, así como hacemos los piratas!


CABALLERO NEGRO: Esta vez no fallaré. ¡Voy a acabar contigo!


Cuando el sol caía, el unicronio de Frank Sparrow y el corcel el caballero negro galoparon a toda la velocidad uno frente a otro, los jinetes blandieron sus espadas, preparados para el ataque.


Esta vez, el cuerno del unicornio brillaba con una luz azul intensa, y en sus ojos parecían arder unas llamas azuladas. Cuando los dos corceles se chocaron, el caballo del caballero negro fue lanzado con una gran fuerza hacia atrás, y el jinete oscuro cayó al suelo. El caballero negro no se podía creer lo que había pasado. Entre la confusión, el unicornio se montó sobre el corcel caído, imponiendo su fuerza sobre él, impidiéndole que se levantase, mientras que Frank Sparrow emprendió la batalla a nivel del suelo contra su adversario. Los dos lucharon cuerpo a cuerpo. A Frank le brillaban los ojos de un azul intenso igual que a su corcel, de alguna forma estaban unidos por un hilo mágico que nadie llegaría a entender.


Mientras las espadas destelleaban chispas de los golpes de metal, y sin que nadie lo esperase, alguien surgió de las sombras, y le asestó un golpe mortal por la espalda al caballero de la armadura negra. Yeray había cogio su hacha mágica, y le había golpeado sobre la cabeza, para derribarlo totalmente.


¡Habían derrotado al enemigo!


El rey abrazó fuertemente a su unicornio para agredecerle lo que había hecho, y Frank y Yeray se acercaron hasta Charlotte que por fin se reanimaba del golpe.


FRANK: Su majestad, ¿cuál era el poder secreto de los unicornios?


REY: Te has merecido el honor de conocerlo. Los unicornios tienen un mágico poder de purificación en su cuerno. Éstos pueden volver potables las aguas contaminadas. Por eso tenemos éstas aguas cristalinas en nuestras tierras. Sin embargo tú hoy has descubierto otro de sus secretos. Siempre se ha dicho que un unicornio podría vencer a un elefante. Cuando el animal acepta a su jinete, puede aumentar su poder y fuerza hasta dimensiones inimaginadas... Por eso, el caballo, a pesar de sus armaduras, no fue rival para este unicornio.


Más tarde volvieron al jardín del unicornio, y la familia real pudo reunirse entre lágrimas de felicidad, y agradecimiento. Nuestros amigos no quisieron interrumpir este reencuentro, y mirándose entre ellos con ojos de felicidad, pusieron en marcha la brújula, y se marcharon hacia una nueva aventura...

miércoles, 15 de octubre de 2008

CAPÍTULO 10: EL RESCATE DEL REY (2ª PARTE)




Los dados de la suerte estaban echados sobre el tablero de ajedrez. A un lado un caballo negro y al otro lado un simple peón blanco. La batalla entre el caballero de la armadura negra, y el capitán Frank Sparrow no tenía marcha atrás.


Ambos emprendieron casi al mismo tiempo la carrera de frente, y enfrentaron sus espadas, que soltaron chispas de metal. Los dos contrincantes se miraron a los ojos, con la furia contenida dentro de sus corazones. El valor de Frank y del unicornio no eran suficientes para vencer. El corcel del caballero negro, con su armadura, era más poderoso que el que montaba Frank, y poco a poco, el unicornio fue perdiendo terreno, hasta que finalmente, golpe tras golpe, fue retrocediendo. El caballero aprovechó para golpear con más fuerza su espada contra la del pirata, y finalmente, Frank fue despedido de su montura, y cayó al suelo con un fuerte golpe, quedando inconsciente.


Yeray y Charlotte se quedaron estupefactos con lo que acababa de ocurrir, pero no tardaron en reaccionar, pues el caballero de la armadura negra emprendió la carrera hacia ellos.


Charlotte se defendió disparando balas de su pistola contra el enemigo, pero no sirvió de nada, pues su armadura le protegía. El corcel del caballero la golpeó con fuerza en el pecho, y la tiró al suelo. Yeray convirtió su varita en un hacha y se enfrentó al jinete, pero de poco sirvieron sus golpes, pues la fuerza del caballero eran mayores, y los golpes del corcel frente a sí, lo acabaron derrumbando también...


El caballero se giró hacia el rey que contemplaba atónito la escena.


CABALLERO NEGRO: ¿Y éstos eran tus salvadores? Ja ja ja ja!


REY: oh, no...


Los tres viajeros del tiempo acababan de perder la batalla, y yacían inconscientes en el suelo. El unicornio era el único que permanecía en pie, lleno de rasguños en la piel. Se acercó al pirata y le lamió la cara, en un intento desesperado por hacerle despertar, pero Frank Sparrow seguía siendo un fracasado...

martes, 14 de octubre de 2008

CAPÍTULO 9: EL RESCATE DEL REY (1ª parte)




Cuando la reina se calmó por la tristeza que le embarga el que hubieran secuestrado a su esposo, se dirigió a los viajeros, y les pidió en nombre del reino de los unicornios que les ayudaran a rescatar al rey.


REINA: Nuestros guerreros están en plena batalla contra otro reino, y estamos desesperados, no sabemos qué hacer.


YERAY: Nosotros intentaremos ayudaros en lo que podamos.


Mientras, Charlotte no le quitaba el ojo de encima a la preciada corona de oro. En sus delirios de grandeza, llegó a verse con ella puesta, gobernando a todo un reino. Todos se arrodillarían frente a ella, y por fin sería la dueña absoluta de la brújula y de todos los tesoros sobre la faz de la Tierra.


REINA: Podéis llevaros al unicornio, seguramente os será necesario para combatir contra el caballero de la armadura negra.


CHARLOTTE: Sí, seguro que sí. Muchas gracias (Ya es nuestro- pensó).


Frank fue el primero en montar sobre el corcel.


FRANK: Vamos, ¡mi tripulación! ¡Tenemos una misión que llevar a cabo!


Para sorpresa de éste, Charlotte dio un salto y se montó también sobre el unicornio junto a él.

Frank se sonrojó.


CHARLOTTE: Adelante, marinero, no perdamos el viento a favor.


FRANK: Eh... no, no lo perdamos.


Se despidieron de la familia real, y emprendieron el oscuro sendero hasta la montaña donde el caballero de la negra armadura debía tener prisionero a su majestad. No tardaron en descubrir como un caballero de brillante armadura estaba torturando al rey.


CABALLERO NEGRO: ¡Te mataré si no me revelas el secreto mágico de los unicornios!


REY: ¡Jamás! ¡No te permitiré que uses su magia a tu voluntad!


FRANK: ¡Eh, tú, bribón! ¡Suelta al rey!


CABALLERO NEGRO: ¿Qué?


El caballero de la armadura negra se giró a los tres desconocidos, y soltó una carcajada malévola.


CABALLERO NEGRO: ¿Venís a rescatar al rey? Vaya tres mentecatos, ¿contra quién pensáis que vais a luchar?


FRANK: Sube a tu caballo, ¡te reto en duelo!


Charlotte y Yeray se miraron desconcertados ante el exceso de valor que mostraba el pirata.


YERAY: Esto... Frank... Creo que ese caballero y su caballo, con sus pesadas armaduras pueden ser unos rivales más fuertes, ¿eh?


FRANK: No les tenemos miedo, ¿verdad que no, unicornio?


Los ojos del unicornio resplandecían de forma azulada, quizás porque sabía que no tenían oportunidad alguna, quizás porque en su magia guardaba algún poder oculto.

El caballero de la armadura negra montó subre su caballo, y ambos contrincantes se miraron a los ojos, unos frente a otro, momentos antes de prender la llama de la batalla...

lunes, 13 de octubre de 2008

CAPÍTULO 8: EL JARDÍN DEL UNICORNIO




Aunque ya habían hecho varios traslados con la brújula mágica, no se terminaban de adaptar al torbellino que los envolvía, pues nuevamente acabaron inconscientes, y con todo su "equipaje de mano" tirado por el suelo.


Osiris fue el primero es despertar, y como buen explorador se puso a investigar la zona. Los humanos fueron los siguientes que volvieron a la consciencia. Recogieron sus cosas, y se pusieron a observar el prado verde en el que habían aparecido.


Pronto el mago reparó en que su conejo se alejaba del grupo.


YERAY: ¡Osiris! ¿Dónde vas?


Como el conejo no volvía, los tres viajeros fueron hasta el bosque donde se estaba internando el animal. Tras pasar unos arbustos, descubrieron un precioso jardín poblado de hermosas flores, y bellos animales. Osiris se acercó hasta el más mágico de todos ellos, ni más ni menos, que ¡un unicornio!


La criatura tenía el pelaje blanco, una hermosa melena rubia, unos ojos celestes, y un largo cuerno frontal azulado.


Charlotte no dudó ni un instante en acercarse al mágico animal a acariciarlo. Frank estaba encantado viendo como su dama se maravillaba por semejante corcel.


El conejo siguió olisqueando la zona, y Yeray lo siguió. Al lado de la fuente descubrió un objeto grande y dorado. ¡Una corona real!

¿Cómo un rey había dejado caer su corona ahí? Era muy extraño...


YERAY: ¡Eh! ¡Mirad lo que ha descubierto Osiris!


FRANK: ¡Por las barbas de Neptuno! ¡Pero si es una corona!


CHARLOTTE: ¿Pero....? ¿Pero es de Oro? (sonrisa de satisfacción)


De repente se escucharon unos gritos, y el sonido de pisadas acercándose. Entonces aparecieron una mujer y dos niños con trajes muy elegantes. Una reina, y sus príncipes.


REINA: ¡La corona de mi esposo! ¡Ahí está!


YERAY: Señora, la hemos encontrado aquí, ¿qué ha pasado?


La Reina abraza la corona fuertemente, y empieza a llorar desconsolada junto a la princesa. El principe se acerca a los viajeros.


PRINCIPE: Mi padre ha sido secuestrado por el caballero de la armadura negra... Un foragido de las montañas que quiere matar al rey para auto-coronarse, y ser el señor de estas tierras.


FRANK: ¡Maldito bribón!


PRINCIPE: Sí... y si eso llegara a pasar, jardines tan preciosos como este serían destruidos por su maldad... Y los unicornios tendrían que marcharse.


Frank se acordó de lo mucho que le gustaba a Charlotte la fabulosa criatura, y no lo podía permitir.


FRANK: Chico, ¡nosotros tiraremos al mar al caballero de la armadura negra y rescataremos al rey prisionero!


PRINCIPE: ¿De qué mar hablas?


FRANK: Que sí, que sí, que lo devoren los tiburones.


CHARLOTTE: No te preocupes, pequeño, nosotros os ayudaremos.



Lo que ellos no sabían es que la batalla con el caballero de la armadura negra no iba a ser nada fácil....

domingo, 12 de octubre de 2008

CAPÍTULO 7: EL RESCATE DE BLANQUITA.




El pastor, padre de Emilio, les señaló el monte donde la oveja se había caído, y se había quedado enganchada. Emilió le entregó las riendas de su caballo a Yeray para que no tuviera que ir a pie.


Los tres viajeros se pusieron en camino, atravesando riachuelos, y subiendo pedregosas cuestas. Charlotte no dejaba de quejarse por tener que ir a pie; Frank se lamentaba de que no quiese montarse a su espalda. Yeray permanecía en silencio, con el objetivo fijo de encontrar a la oveja al borde de la muerte...


Los minutos pasaban, y las esperanzas de encontrarla habían caído todas. Entonces, mientras habían parado para descansar, oyeron un berrido a los lejos: ¡beeeee!Al asomarse por una pendiente descubrieron a una oveja negra enganchada de una pata en unas rocas.


YERAY: ¡Tiene que ser blanquita! ¡La encontramos!


FRANK: ¿Blanquita? No puede ser, ¡es negra!


YERAY: Nosotros no tenemos que cuestionar el por qué de su nombre. Venga, échame una mano, vamos a salvarla.


FRANK: Pero si no es blanca...


CHARLOTTE: ¡Frank! ¡Haz lo que dice Yeray!


FRANK: ....aisss.


Yeray se tumbó en el suelo y se deslizó cabeza abajo para llegar hasta la oveja y agarrarla. Mientras, Frank apretaba las piernas de Yeray para que éste no cayera por el desfiladero.


Mientras, Charlotte miraba fijamente a la brújula y a la varita que estaban sin protección en estos momentos. ¿Y si las cogía, se montaba sobre el caballo y se largaba? Quizás lo único que tenía que hacer era obligar a Frank a que relajara las manos...


Para cuando Charlotte salió de sus pensamientos, Frank y Yeray ya habían rescatado a la oveja, a la cual el caballo abrazaba con su cabeza. Entonces ocurrió lo peor para los planes de Charlotte: Frank y Yeray se estrecharon las manos. Ellos celebraban haber hecho un gran trabajo juntos. Para la mujer, significaba el comienzo de una amistad entre ambos, por lo que no podría usar a Frank para robarle la varita al mago más adelante...


FRANK: Espero que Emilio se conforme con tener una oveja negra en lugar de una blanca...


YERAY: Ja, ja, ja, no te preocupes, se alegrará de tener a ésta oveja, te lo aseguro.


Los tres humanos, y los animales, volvieron a la granja, donde Emilio los recibió con gran alegría por haber salvado a su oveja perdida. El pastor les agredeció su labor con una gran fiesta donde pudieron comer todo lo que quisieron.


Al final del dia se despidieron, activaron la brújula mágica, y se marcharon hacia una nueva aventura...

martes, 24 de junio de 2008

CAPÍTULO 6: LA TREGUA




Como acostumbraba a ocurrirles, nuevamente aparecieron tirados en el suelo, inconscientes, y con sus cosas alrededor. Esta vez, Yeray y su conejo, se habían unido al viaje iniciado primeramente por Frank, y seguido por Charlotte.


Cuando despertaron, la mujer y el mago entraron en disputa. Ambos alzaron sus armas para atacar al otro. Charlotte luchaba por conseguir la varita; Yeray, en cambio, sólo quería defenderse.


YERAY: ¡Puedo hacerte desaparecer con sólo un hechizo!

CHARLOTTE: ¡Y yo con sólo un disparo puedo matarte!

FRANK: ¡Eh, parad! No vamos a conseguir nada así. ¿Qué os parece firmar una tregua? Después de todo, ahora somos compañeros de viaje...

CHARLOTTE: Es cierto, ahora vas a tener que acompañarnos.

YERAY: ¿Acompañaros a dónde? ¡Yo sólo quiero volver a la ciudad donde estaba dándo mi espectáculo!

CHARLOTTE: Un poco tarde para eso, muchacho.

YERAY: ¡¿Por qué?!

FRANK: Esta brújula tiene el poder de hacernos viajar a una velocidad increíblemente rápida por el mundo.

CHARLOTTE: Más aún, yo diría que en el tiempo...

YERAY: ¿Una máquina del tiempo?

CHARLOTTE: Algo así. Frank viene de un tiempo remoto donde había piratas como él, yo soy de finales de siglo 20, y servía a una dama. ¿De dónde eres tú?

YERAY: Me estáis dejando de piedra... Yo soy de mediados del siglo 20.

FRANK: Nuestra misión es encontrar tesoros a lo largo del planeta, ahora sí, sean del tiempo que sea.

CHARLOTTE: Y mi nombre, Charlotte, será recordado como una importante mujer pirata! jo jo jo

YERAY: A mi no me queda más remedio que acompañaros hasta que consigamos regresar a mi tiempo...

FRANK: Bueno, pongámonos en marcha. Quizás haya algo que hacer aqui.

YERAY: Primero haré desaparecer mi caja, será más cómodo para no tener que cargar con ella. Osiris, mi conejo, puede acompañarnos a pie.


Y una vez desaparecida la caja mágica, emprendieron el camino, y llegaron hasta una pequeña granja, donde vieron un caballo y un niño. Éste se acercó rápidamente al conejo.


NIÑO: Oh! ¡Pero que conejo más bonito!

YERAY: Hola! Se llama Osiris. ¿Y tú?

NIÑO: Yo soy Emilio.

CHARLOTTE: ¿Podrías decirnos en qué año estamos?

EMILIO: ¿No sabéis en que año estamos? ¡Pues en 1912!

FRANK: Principios del siglo 20...

YERAY: De algún modo, vamos marcha atrás...

EMILIO: ¿Qué?

CHARLOTTE: Nada, nada, que tienes un caballo muy bonito.

EMILIO: Ah, ¡gracias!


Yeray y Emilio se pusieron a hablar de sus animales, mientras Charlotte apartaba a Frank del grupo para hablar.


CHARLOTTE: Ese caballo parece fuerte. Podríamos llevárnoslo, nos sería muy útil.

FRANK: ¿Cómo vamos a robarle el caballo a ese pobre niño?

CHARLOTTE: ¿Y tú eres un pirata? ¡Pues vaya!

FRANK: ...Sí, bueno...

CHARLOTTE: Yeray puede entretener al niño, mientras nosotros nos escapamos montados a caballo.

FRANK: Pero... ¿y Yeray?

CHARLOTTE: No creo que nos sea muy útil...


En ese momento, apareció un hombre seguido por un rebaño de ovejas blancas.


EMILIO: ¡Hola Papá!

HOMBRE: Hola hijo... tengo malas noticias para ti.

EMILIO: ¿Qué ha pasado papá?

HOMBRE: Blanquita se ha perdido en el monte... No he podido hacer nada por ella cuando ha caído por el precipicio porque me he resbalado para cogerla y me he hecho muchos rasguños; además, tenía que traer a las demás ovejas aqui...

EMILIO: ¿Blanquita se ha muerto...?

HOMBRE: Ella quedó enganchada de una pata... no sé si permanecerá ahí, o ya habrá caído.

EMILIO: Blanquita... (Emilio llora)

YERAY: No te preocupes, nosotros vamos a ir a buscarla.

CHARLOTTE Y FRANK: ¡¿Qué?!



- Continuará -

jueves, 12 de junio de 2008

CAPÍTULO 5: LA VARITA DEL MAGO (2ª PARTE)




Al acabar el espectáculo, el "capitán" Sparrow se acercó a Yeray, el magnífico, para felicitarle por el número e interrogarle acerca de la varita mágica.


FRANK: Me ha dejado fascinado con sus dotes mágicas, le felicito. ¿Dónde aprendió a hacer estas cosas?


YERAY: Gracias. Pues esto es algo que hemos hecho a lo largo de toda la estirpe en mi familia. Cada generación le ha enseñado a la siguiente a utilizar la vara y las palabras mágicas.


FRANK: ¿Puede prestarme su vara y enseñarme a usarla?


YERAY: Lo lamento, pero no. Cada varita pertenece sólo al mago. Además, nuestros principios nos prohíben revelar estos secretos a gente fuera de nuestro círculo.


CHARLOTTE: Calla y entrégame la varita.


Charlotte apareció por sorpresa tras el mago y le apuntó por la espalda con la pistola que anteriormente le había robado a Frank, y que aún no le había devuelto.


YERAY: ¿Pero qué...?


CHARLOTTE: Si no me la entregas en este mismo momento serás el responsable de la muerte de alguno de estos niños...


YERAY: Vale, vale... Tranquila, no hagas daño a nadie.


El mago, abatido, tuvo que entregarle la varita a la mujer. Mientras, los niños y adultos hablaban y jugaban cerca, pero nadie era consciente de lo que ocurría.


CHARLOTTE: ¡Explícame como se utiliza! ¡Pasapalabra... mojón de cabra! ¡No! ¡Esto no funciona!


YERAY: Ven, deja que te explique...


El mago, muy astuto, se acercó hasta ella y aprovechando la distracción agarró con sus manos la varita y la pistola. Ambos se enzarzaron en una lucha por ser los dueños de ambos objetos.


YERAY: ¡Osiris, ataca!


El conejo dio un salto desde la caja, se abalanzó sobre la mujer, y empezó a morderle la falda salvajemente.


YERAY: ¡Mala mujer, ríndete!


CHARLOTTE: ¡Jamás! ¡La varita será mía, aunque te tenga que llevar conmigo! Frank, rápido, la brújula...


FRANK: No creo que debamos llevárnoslo...


CHARLOTE: ¡Frank, "cariño", pon en marcha la brújula!


Frank no pudo resistirse a las palabras "mágicas" que Charlotte le dijo, y al acercar la espada a la brújula, ésta empezó a emitir un poderoso resplandor que envolvió en colores a los tres...

lunes, 2 de junio de 2008

CAPÍTULO 4 : LA VARA DEL MAGO (1ª PARTE)




Después de un ciento de colores, extraños olores y miles de sensaciones, cayeron en el suelo de un golpe. Frank y Charlotte se despertaron desconcertados, y se descubrieron el uno al otro.


FRANK: Debo estar soñando... ¿hemos la pasado la noche juntos?


CHARLOTTE: ¡Pero que dices!


FRANK: Oh, no, ha sido cosa de la brújula... Pero por fin estás conmigo, y estamos solos (ojos insinuadores)


CHARLOTTE: ¿La brújula? ¿De verdad ha funcionado esa cosa? (ella ignora las señales sexuales del pirata) ¿Y dónde estamos?


Recogen sus cosas que estaban desperdigadas y caminan hacia un lugar donde ven gentío y luces brillantes. Allí descubren a un hombre con una vara en alza y un grupo de niños y adultos que lo miran.


CHARLOTTE: ¡Es un mago, un ilusionista!


FRANK: ¿un qué?


CHARLOTTE: Es alguien que tiene una varita mágica con la que hace aparecer y desaparecer objetos, y hacer cosas increíbles! ¿Nunca has visto uno?


FRANK: En el mar, los piratas tenemos espadas nada de varas.


Se unen a la gente, y observan el espectáculo.


MAGO: Hola niños y niñas, señores y señoras! Soy Yeray, el magnífico, el mago más fabuloso de todos los tiempos. qui podéis ver un simple pañuelo, ¿verdad? Pues ahora lo agito así, digo las palabras mágicas y... abracadabra-cola de cabra! voilà!


De la varita salieron unas llameantes ascuas que prendieron el pañuelo por completo y empezó a arder. Los espectadores se quedaron sorprendidos por la magia. El mago sacudió el pañuelo y las llamas desaparecieron, dejándolo intacto como antes.


YERAY: Y ahora el número que todos esperáis. Como veis, sobre la caja no hay nada. Pongo el pañuelo aqui, doy unpar e golpecitos, digo las palabras mágicas y... Patatín-patatán- el conejo aparecerá..! voilà!


Un bonito conejo blanco apareció sobre la caja al retirar el pañuelo. El público estalló en aplausos.


CHARLOTTE: ¿Estás pensando lo mismo que yo?


FRANK: ¿Cómo voy a saber lo que estás pensando?


CHARLOTTE: Idiota! Es una forma de hablar! Ya te habrás dado cuenta el poder que tiene esa varita, y lo valiosa que es. Los piratas robamos tesoros, ¿no?


FRANK: ¿Estás inuniando robarle la vara al mago...?


CHARLOTTE: No lo estoy insinuando...



- Continuará -



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NOTA para los curiosos:

Una de las traducciones de "abracadabra" es "envía tu fuego hasta el final". ;-)


martes, 27 de mayo de 2008

CAPÍTULO 3: EL TRUEQUE.


Charlotte, que así era como se llamaba la joven dama que había conocido Frank, no estaba dispuesta a aguantar la tomadura de pelo que aquel loco intentaba hacerle. ¿Un capitán pirata? ¡Vamos! ¿Quién se iba a creer semejante cosa en pleno siglo 20?
Hacía siglos que nadie oía hablar de piratas...

La muchacha se volvió a montar en el coche y se marchó, dejando al pobre Frank solo en la carretera. Éste, abatido, empezó a deambular por el camino que había tomado el extraño navío, hasta bien entrada la mañana. Frank se puso a seguir el rumbo que la brújula marcaba, sin saber muy bien a donde le conduciría.

Fue entonces cuando a lo lejos, ya perdidas todas las esperanzas de encontrar a aquella mujer, cuando divisó a una señora y a su criada juntas en una pequeña plaza.

¡Frank no podía creerlo! ¡Había encontrado a la mujer de sus sueños! ¡Todo gracias a la brújula mágica! Y a pesar de haberla perdido una vez, ¡la había vuelto a encontrar! Esta vez no podía dejarla marchar... Pero, ¿era su bella dama una criada? ¿Cómo podía esa muchacha ser sirviente de otras damas? No, no lo permitiría, ella estaba hecha para ser servida, no para servir...

Una vez que Charlotte se alejó con la cesta al mercado, Frank aprovechó para acercársele a la señora.

FRANK: Buenos días, mi señora
ANNE: Buenos días, caballero, ¿puedo ayudarle?
FRANK: Así es. ¿Qué puede decirme de Charlotte?
ANNE: ¡Oh, ella! Esta joven muchacha trabaja para mí desde que mi esposo falleció en el mar... Me he sentido muy sola desde entonces, pero la compañia de Charlotte es lo que más estimo ahora...
FRANK: Le propondré, pues, un trato que no podrá rechazar...

Se acercó al oído de Anne, y le hizo una "sugerente sugerencia". La mujer abrió los ojos por la sorpresa y la expectación.

Frank Sparrow regresó al lugar donde había dejado a Zacharías Smith, y lo encontró confuso y desorientado. Le explicó que la brújula los había llevado a un lugar muy apartado de la cueva, pero que no se preocupara. Le colocó una gorra, y lo arregló un poco para la ocasión. Tenía que estar atractivo.

Cuando volvieron a la pequeña plaza, las dos damas les estaban esperando. Para Charlotte fue una desagradable sorpresa volver a tomarse con el pirata loco aquel.

CHARLOTTE: ¿Qué haces tú aquí?
ANNE: ¡Charlotte! ¡No seas descortés con nuestros invitados!
FRANK: Mi señora, le presento a Smith, Zacharías Smith.
ZACH: Buenas tardes, mi lady.
ANNE: Es todo un placer conocerle, caballero (dijo la señora ruborizada)

Los dos ancianos se alejaron de los jóvenes, y tras un rato de charla, ¡ya estaban bailando un tango! ¡Tan felices y tan joviales!

FRANK: Le he propuesto a Anne que Zacharías se quede con ella a cuidarla. Así tú y yo nos podremos ir a navegar por el mundo.
CHARLOTTE: ¡¿Qué?! ¿Pero quién te crees que eres para hacer semejante cosa? No, no, no, no me pienso marchar de aqui!
FRANK: Mira, esta es una brújula mágica que hará que podamos viajar a una velocidad inimaginable.
CHARLOTTE: ¿Ah, sí? (dijo pensativa...)

La joven le arrebató la pistola a Frank y lo amenazó con dispararle si no la ponía en funcionamiento.

CHARLOTTE: Siempre quise ser una pirata. ¡Jajaja! ¡Creo que ha llegado el momento!
ANNE: Charlotte! ¿Te has vuelto loca?
FRANK: La última vez puse la espada así, sobre la brújula y...


Y un estallido de colores los envolvió en un abismo de sensaciones.

jueves, 22 de mayo de 2008

CAPÍTULO 2: UN DULCE ENCUENTRO




Fue como caer por un tobogán muy largo, donde todo a su alrededor eran luces, colores y formas extravagantes. Frank y Zacharías seguían agarrados el uno al otro, como momentos antes hicieran durante la pelea, y juntos descendieron por ese túnel de fantasía e irrealidad.


De un momento a otro todo acabó, y los dos hombres de mar, aparecieron tirados sobre un suelo de tierra, muy diferente al rocoso que había en el interior de la gruta donde encontraron la brújula.


Frank Sparrow volvió a la consciencia el primero. Se encontraba confuso y desorientado. ¿Qué había pasado? Era la pregunta que resonaba en su cabeza una y otra vez... Intentó reanimar a su "compañero de viaje", pero éste seguía inconsciente. Aún aturdido, recogió su sombrero y su espada e intentó, sin éxito, volver a poner en funcionamiento la brújula. Ni con la espada, ni moviéndola en el aire. Nada, la brújula no hacía nada especial.

Decidió que lo más conveniente era reconocer el territorio.


Abandonó por un instante a Zacharías Smith, y se adentró en el oscuro bosque que los rodeaba. Caminó en la oscuridad de la noche sigilosamente, por los peligros que pudieran surgirle, y llegó hasta un sendero donde no pasaba un alma.


Fue mientras examinaba el camino, cuando de pronto surgieron dos luces a lo lejos que se fueron acercando muy rápidamente, como volando en el cielo, y seguidas por un estruendoso sonido que iba aumentando con la cercanía de ellas. Frank se asustó, y blandió su espada; si era el momento de luchar, demostraría que era un valiente, y no un fracasado como habían pretendido hacerle creer otros piratas.


Cuando las luces estaban a sólo unos metros de él, se oyeron unos gritos, y el sonido y las luces frenaron en seco. La intensidad de las luces disminuyó, y creyó ver las caras de personas tras ellas.


HOMBRE1: ¡Apártate de ahí, capullo! ¡Casi te atropellamos!


FRANK: ¿Qué extraño navío tenéis, que puede deslizarse por tierra, y que posee una luz más brillante que el mismo fuego?


HOMBRE2: ¿Pero qué dice este majara? ¿Y qué hace vestido de pirata? ¡Se ha escapado de algún psiquiátrico!


FRANK: Un navío así me sería de gran ayuda para mí. Os reto en duelo. Si gano me entregaréis vuestra nave, si pierdo, seréis conocedor de mi tesoro mágico.


MUJER: Este hombre ha perdido el juicio. Me acercaré a él.


HOMBRE2: ¿Estás loca?


MUJER: No os preocupéis, no va a pasarme nada.


La chica bajó del coche, y lentamente se fue acercando al pirata que tenía la espada alzada. Se miraron fijamente...


MUJER: Tira la espada al suelo, y hablemos. No vamos a luchar.


FRANK: Nunca lucharía contra una dama...


Y dejó caer su espada, como ella había ordenado. Pero algo extraño sucedió en las entrañas de Frank Sparrow. Sintió una extravagante fascinación por la mirada de aquella muchacha, por la silueta que se dibujaba ante las luces del fondo, por la imagen que proyectaba sobre su retina.


Frank Sparrow sabía que había perdido la batalla...

domingo, 18 de mayo de 2008

CAPÍTULO 1: LA BRÚJULA MÁGICA




El capitán Frank Sparrow siempre había sido un fracasado. Para empezar, no tenía barco ni tripulación a la que capitanear. Por lo tanto, eso de capitán... era algo que sólo se decía él a sí mismo. Por otro lado, nunca había encontrado grandes tesoros, ni había ganado ninguna batalla. Frank Sparrow era, sin lugar a dudas, un fracasado.



Cansado de que los demás piratas se burlaran de él, se puso a indagar sobre el paradero de tesoros legendarios, sobre esos tesoros que eran mas bien míticos, que en realidad no tenían porqué existir. Fue así como encontró a Zacharías, un viejo pirata que estaba en la ruina, pero del que se decía que conocía los grandes secretos del océano.



Frank obligó con la punta de su pistola a que Zacharías le llevara hasta el paradero de la brújula mágica, la cual era famosa por transportar a los barcos con una velocidad espectacular hasta sus objetivos.



Si Frank pretendía encontrar tesoros, la brújula sería de gran ayuda.



Zacharías accedió a regañadientes, y Frank lo dejó en el bote mientras, guiado por la luz de su candil, entraba a la gruta secreta en la que se encontraba la famosa brújula.



Y allí estaba, majestuosa como ninguna otra. Una brújula brillante, cuyo cristal parecía hecho de perlas preciosas. Se acercó hasta ella, y con un miedo sobrecogedor, a lo que pudiera pasar, la tocó con la punta de su espada...



Zacharías: ¡NO! ¡NO LA TOQUES!



Zacharías había cogido la pistola que, como era de esperar en un fracasado, Frank se había dejado en el bote.



Pero ya era demasiado tarde, la brújula había empezado a emitir un resplandor azulado verdoso, y dispara chispas.



Frank y Zacharías empezaron a pelear, y mientras estaban tirados en el suelo golpeándose, la brújula los envolvió en su extraña luz, y los hizo desaparecer de la cueva...





- Continuará... -