domingo, 26 de octubre de 2008

CAPÍTULO 15: LA TRAICIÓN DE JONES




Los huéspedes del Capitán David Sparrow y él mismo salieron fuera de la casa, y se sentaron, pues iban a mantener una larga charla donde conocerían la historia que separó a padre e hijo durante tantos años...


FRANK: Papá, creo que ha llegado el momento de que me cuentes qué has hecho durante todos estos años...


DAVID: Así es hijo mío. Prepárate para conocer como es mi vida ahora. Espero que no tengas que lamentar conocer toda la verdad...


Hace ya unos diez años que nuestro barco zarpara de Isla Calavera, donde vivíamos tu madre, tú y yo... Pretendíamos llegar hasta la península de los persas, pero en una noche de tormenta perdimos el control del barco y fuimos incapaces de seguir nuestro rumbo. Perdidos en altamar, llegamos hasta las costas inglesas. ¡No tenía sentido! Nos encontrábamos sin provisiones y muertos de hambre, además de sin fuerzas para luchar por comida. No tuvimos otra opción que entregarnos al rey de Inglaterra, que aunque nos encarcelara, algo de comer nos daría... Pero entonces ocurrió algo que no esperábamos: el rey inglés nos ofreció continuar nuestra labor pirata, pero a sus órdenes. Fue así como conocí al comandante Jones... Desde entonces, dejé de ser un rufián pirata de los mares, para convertirme en un corsario...


YERAY: Usted dejó de ser un pirata que atracaba a otros barcos y robaba sus tesoros... para robarlos no para usted, sino para otro; en este caso para el rey.


CHARLOTTE: Entonces no es usted un capitán pirata como yo pensaba... (dijo la mujer decepcionada)


DAVID: Lo siento hijo, te debo haber defraudado...


FRANK: De cualquier modo, pirata o corsario... eres todo un capitán, y mi padre, y estoy orgulloso de ser tu hijo. Quizás no lo querías, pero las circunstancias no te ayudaron. No debes preocuparte, papá.


DAVID: Gracias hijo mío, no sabes lo feliz que me haces... (Dijo el capitán Sparrow entre lágrimas).


FRANK: Toma esto, papá (Dijo el joven Sparrow colocándole el sombrero con la pluma de fénix sobre la cabeza de su padre). Tú mereces llevarlo sobre tu cabeza. Para mí siempre serás un capitán pirata.


El capitán no había estado más emocionado en su vida, tanto era así que pensó en celebrar una fiesta de bienvenida. David Sparrow volvió dentro de la casa a por comida y bebida para sus hambrientos huéspedes. Fue estando en una de las habitaciones cuando el capitán fue sorprendido por Jones.


DAVID: ¡Jones! ¡Qué susto me has dado! ¿Qué haces apuntándome con la pistola?


JONES: Entrégueme ese sombrero capitán...


DAVID: ¿Qué? ¿Para qué lo quieres? ¡Ah! ¿No será por...?


JONES: Entrégueme la pluma de fénix, capitán Sparrow, no lo repetiré una vez más...


DAVID: Jones, ¿te has vuelto loco? Tú no eres así... Baja el arma y hablemos...


JONES: ¡Entréguemela!


DAVID: ¡Jamás! La pluma de fénix pertenece a mi hijo, y tendrás que pasar por encima de mi cadáver para conseguirla.


JONES: No habrá problema en eso...


Y de repente, y sonido de un disparo y un olor a pólvora inundó la habitación. El capitán Sparrow se palpó el pecho y cayó de un golpe seco al suelo.


Jones recogió el sombrero del suelo, y salió de la habitación sin mirar atrás, dejando tirado a su capitán. Por otro pasillo llegaban corriendo Frank, Yeray y Charlotte que estaban alarmados por el sonido del disparo. Y entonces, al entrar a la habitación se encontraron con el horror.


Frank Sparrow volvía a perder a su padre...

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